La brasileña Anacláudia Rossbach es la nueva directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (ONU-Habitat), al que llega con más de 20 años de experiencia en vivienda, asentamientos informales y políticas urbanas.
Ha sido directora para América Latina y el Caribe en el Lincoln Institute of Land Policy y Gerente Regional de Cities Alliance, además de supervisar para el Banco Mundial el desarrollo y la implementación de políticas brasileñas de vivienda y mejora de barrios marginales. Esta es su primera entrevista tras asumir el cargo el pasado 12 de agosto.
Con casi 50 años de trayectoria ONU-Habitat aborda los fenómenos, dinámicas y relaciones que surgen alrededor de la tendencia innata del ser humano a agruparse en comunidades, ciudades o asentamientos informales.
Desde la base del suelo y la infraestructura profunda del urbanismo, las redes de transporte y suministros básicos hasta el espacio público y la vivienda, incorporando la cultura, el sentido de pertenencia y la cohesión social de un territorio, ONU-Habitat centra su acción alrededor del ODS 11: ciudades y comunidades inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles.
¿Qué objetivos y prioridades van a marcar su recién estrenado mandato?
Acabamos de salir de una pandemia, los conflictos y desastres son cada vez más frecuentes y su impacto cada vez mayor, como la crisis mundial de vivienda que afecta a todos los países en diferentes niveles y que lleva a cerca de 2.800 millones de personas a carecer de una vivienda adecuada.
Aun así, soy optimista, y ese es un valor que aporto viniendo de América Latina que, pese a haber atravesado muchos desafíos, ha sabido innovar en políticas urbanas, planificación y marcos legales, consiguiendo un impacto real en la vida de las personas.
Durante mi liderazgo en ONU-Habitat será importante contar con las coaliciones y redes adecuadas. Quiero una organización fuerte, robusta y eficiente capaz de aprovechar los conocimientos y la experiencia existentes en el mundo para abordar la vivienda, la transformación de los asentamientos informales y la planificación urbana y territorial.
El optimismo me lleva a pensar que es posible un cambio transformador que afecte especialmente al Sur Global y mi visión es que ONU-Habitat sea una organización que promueve el cambio sistémico y el desarrollo sostenible para un mejor futuro urbano.
¿Qué lecciones aprendidas de su experiencia previa en el campo del desarrollo urbano aplicará a su nuevo rol?
Empecé a trabajar con la Secretaría de Vivienda de São Paulo y, poco después, comencé a asesorar al gobierno nacional de Brasil. Tuve la oportunidad de codiseñar y desarrollar importantes políticas urbanas relacionadas con programas de inversión en vivienda e infraestructura. Vi cómo todo funcionaba de manera sistémica, cómo era a través de una combinación de compromiso cívico, voluntad política y experiencia técnica que se podían transformar las vidas de millones de personas.
Al construir las coaliciones y alianzas adecuadas, movilizar recursos y abogar por las políticas adecuadas, podemos generar un cambio sistémico y transformar las ciudades y las comunidades, especialmente las poblaciones más desfavorecidas y vulnerables.
En lugar de centrarnos únicamente en los aspectos técnicos, en América Latina la planificación urbana aborda primero los problemas críticos que afectan a las ciudades: la desigualdad, el género, la segregación y el cambio climático. La zonificación y todo lo demás vienen después, por lo que tenemos una comprensión más profunda de los desafíos de la ciudad y no nos perdemos en los tecnicismos. En mi nuevo rol en ONU-Habitat planeo aplicar mis conocimientos y experiencia y esta capacidad de ver los problemas críticos que afectan al desarrollo urbano.
El área regional para América Latina y el Caribe de ONU-Habitat (ROLAC) es una de las más extensas de la organización. También existe una oficina nacional en España. ¿Cómo ve la evolución de las ciudades iberoamericanas en los próximos años bajo su liderazgo?
La evolución de las ciudades latinoamericanas en los próximos años estará determinada por una confluencia de factores, entre ellos la urbanización no planificada, la sostenibilidad ambiental, la inclusión social y la resiliencia económica. Para las ciudades de la península Ibérica, el desafío es diferente y está relacionado con la asequibilidad de la vivienda, la reducción de las áreas urbanas, la integración de los migrantes y el impacto del turismo, todo ello en el contexto del cambio climático.
La presencia regional de ONU-Habitat en América Latina y el Caribe (LAC), desempeña un papel fundamental a la hora de abordar los desafíos regionales, y la oficina en España colabora con ciudades y territorios del país. Promovemos una sólida colaboración interregional entre LAC y Europa y ambas oficinas desarrollan una sólida colaboración, compartiendo las mejores prácticas entre ambas regiones.
La oficina española ha desempeñado un papel decisivo en el fomento de alianzas, el apoyo a proyectos urbanos y la promoción de iniciativas clave de ONU-Habitat en el mundo. Su posición estratégica le permite servir de puente para la cooperación, no solo entre España y la región de Latinoamérica y el Caribe, sino también con la comunidad internacional en general. Este papel único será crucial a medida que trabajamos por nuestros objetivos comunes de desarrollo urbano sostenible.
Bajo mi liderazgo tengo la intención de aprovechar estos esfuerzos, fortaleciendo a través de la oficina española los vínculos entre Europa y ROLAC y asegurando que las ciudades sigan evolucionando hacia espacios más habitables, equitativos y sostenibles. Nos centraremos en promover innovaciones urbanas, apoyar políticas inclusivas y garantizar que ambas regiones contribuyan a la agenda urbana global y se beneficien de ella, con un fuerte énfasis en la vivienda, la transformación de asentamientos informales, la tierra y los servicios básicos urbanos.
La Nueva Agenda Urbana es la hoja de ruta propuesta por las Naciones Unidas a través de ONU-Habitat para guiar a las ciudades y comunidades hacia el desarrollo sostenible. Ocho años después de su aprobación en Quito durante la conferencia Hábitat III, ¿cómo ha sido su despliegue en Iberoamérica? ¿Existe un mapeo de las Agendas Urbanas nacionales, regionales y locales?
El despliegue en Iberoamérica de la Nueva Agenda Urbana ha experimentado diversos niveles de avance nacional, regional y local y está sirviendo como marco fundacional para guiar a las ciudades y comunidades hacia el desarrollo urbano sostenible.
Muchos países de las dos regiones han integrado los principios de la NAU en sus políticas urbanas nacionales y planes de desarrollo. Estas agendas a menudo se centran en el crecimiento urbano sostenible, la mejora de la infraestructura y la inclusión social. Países como Brasil, Colombia, España y México han desarrollado estrategias específicas alineadas con los objetivos de la NAU, aunque la efectividad y la profundidad de estas estrategias pueden variar. Por ejemplo, España la ha institucionalizado incluyendo su nombre en el Ministerio de Vivienda y Agenda Urbana.
En LAC existe una importante tendencia a promover los bienes públicos regionales. En ese sentido, es importante mencionar el Plan de Acción Regional para la Implementación de la Nueva Agenda Urbana o el desarrollo de plataformas especializadas como el Urban Housing Practitioners Hub. Estas iniciativas han facilitado los debates y la colaboración sobre cuestiones urbanas en línea con los objetivos de la NAU.
Las agendas urbanas locales a menudo abordan desafíos urbanos específicos como la vivienda, el transporte y la sostenibilidad ambiental. Algunas ciudades han desarrollado planes integrales que incorporan las directrices de la NAU, mientras que otras están en las primeras etapas de la alineación de sus políticas.
No existe un sistema de mapeo centralizado que haga un seguimiento exhaustivo de la implementación de la NAU en todos los niveles nacionales, regionales y locales en las dos regiones. Sin embargo, se están realizando esfuerzos para documentar el progreso.
¿Qué buenas prácticas específicas se han llevado a cabo en la región que puedan servir como referencia transversal para otras ciudades y territorios similares?
En América Latina y el Caribe, las buenas prácticas incluyen enfoques innovadores de planificación urbana inclusiva, operaciones urbanas integradas, alianzas público-privadas exitosas y estrategias efectivas de participación comunitaria.
Por ejemplo, con el programa Minha Casa Minha Vida, varias ciudades de Brasil combinan esfuerzos públicos y privados para proporcionar vivienda asequible, traduciéndose en miles de nuevas viviendas para familias de bajos ingresos.
La participación comunitaria se refleja en la iniciativa de Presupuesto participativo de Montevideo, que permite a los residentes influir directamente en las decisiones presupuestarias municipales, mejorando la transparencia y la participación comunitaria.
El programa Urbanización de Villas en Buenos Aires se centra en mejorar los asentamientos informales con mejor infraestructura, servicios y vivienda.
Los programas que abordan asentamientos informales y vivienda asequible han sido particularmente impactantes. Estas prácticas pueden servir como referencias valiosas para otras ciudades y regiones que enfrentan desafíos similares.
Algunos de estos ejemplos aparecen en una publicación que estamos preparando y que se lanzará en el próximo Foro Urbano Mundial que se celebra en El Cairo del 4 al 8 de noviembre.
En España, es importante destacar las iniciativas de desarrollo urbano. El caso de Pontevedra y la transformación de Bilbao siguen inspirando a muchas ciudades de América Latina y el Caribe y del mundo. Barcelona también ha sido un referente inspirador para muchas ciudades de la región gracias a iniciativas como 22@ y Barcelona Activa o su posicionamiento como Smart City.
¿Cuál es el papel de la cooperación regional e interregional y de las alianzas entre múltiples partes interesadas en la implementación de políticas urbanas efectivas en Iberoamérica?
La cooperación y las alianzas son fundamentales porque permiten el intercambio de conocimientos, la movilización de recursos y la resolución colaborativa de problemas.
Plataformas como la Cumbre Internacional de Hábitat de América Latina y el Caribe organizada por la Universidad de Guadalajara o el Foro Regional de Vivienda y Hábitat en América Latina y el Caribe permiten que las ciudades intercambien estrategias exitosas y lecciones aprendidas, ayudando a otras a adoptar prácticas efectivas.
El Foro Urbano Nacional de España tiene, además, la tradición de incluir experiencias y participantes de América Latina y el Caribe para facilitar la conversación interregional.
Las alianzas regionales, como las que se establecen entre ONU-Habitat y los gobiernos locales, ayudan a reunir recursos financieros y técnicos para apoyar proyectos urbanos de gran escala. Es importante destacar que España sigue siendo un socio de desarrollo fundamental y crítico para América Latina y nuestra expectativa es que en los próximos años la alianza entre España y LAC pueda crecer en las áreas de preocupación para la Nueva Agenda Urbana.
Asimismo, las iniciativas de múltiples partes interesadas, incluidas las asociaciones público-privadas, abordan problemas urbanos complejos combinando la experiencia de gobiernos, empresas y organizaciones comunitarias.
¿Qué tipo de políticas básicas se podrían implementar para garantizar que el desarrollo urbano sea inclusivo, seguro y accesible para todos los ciudadanos, especialmente los grupos vulnerables?
Las políticas deben centrarse en la vivienda asequible, la distribución equitativa de la tierra y la mejora de la infraestructura. Se debe prestar especial atención a los grupos vulnerables, incluidas las comunidades marginadas y las afectadas por la pobreza. Las políticas deben promover la inclusión social, la accesibilidad y la seguridad, con mecanismos de participación y retroalimentación comunitaria. También es necesario reconocer la función social y ecológica del suelo, como se afirma en la Nueva Agenda Urbana.
Es esencial que las políticas se diseñen de manera coordinada para evitar brechas y superposiciones. Además, las intervenciones en las ciudades deben adoptar un enfoque integral y amplio, teniendo en cuenta la complejidad y el contexto único de cada barrio.
¿Qué medidas son esenciales para aumentar la resiliencia de las ciudades iberoamericanas de cara a los desafíos del cambio climático?
En América Latina y la península Ibérica, aunque los contextos son diferentes, las medidas esenciales para mejorar la resiliencia podrían incluir la inversión en infraestructura sostenible, la implementación de una planificación urbana adaptada al clima y la promoción de espacios verdes. Además, las ciudades deberían desarrollar estrategias de preparación y respuesta ante desastres, mejorar los estándares de construcción y apoyar iniciativas de acción climática basadas en la comunidad.
La Coalición Local 2030 nació en 2018 para apoyar los procesos de localización de los ODS, acercando la Agenda 2030 a los territorios. Pero será, presumiblemente, con el inicio de la actividad del Secretariado Local 2030 con sede en Bilbao cuando empiece a acelerarse la conexión interna entre los agentes de los territorios y el enlace de los propios territorios con otros lugares. ¿Cómo contribuirá Local 2030 a impulsar el proceso de construcción del desarrollo sostenible?
El Secretariado Local 2030 de Bilbao desempeñará un papel fundamental para acelerar la localización de los ODS, conectando a los agentes locales y los territorios con redes más amplias. Bilbao será el hub central de coordinación, intercambio de conocimientos y apoyo, impulsando una reacción en cadena de iniciativas de desarrollo sostenible a nivel local. Actuando como centro neurálgico, Local 2030 conectará a los agentes y territorios locales con redes globales, facilitando el intercambio de conocimientos y mejores prácticas.
La iniciativa apoyará a los centros locales para traducir de manera efectiva los objetivos de la Agenda 2030 en planes viables, adaptados a las necesidades regionales y comunitarias específicas. También mejorará la coordinación y se agilizarán los esfuerzos entre las distintas partes interesadas (gobiernos locales, sociedad civil y sector privado), asegurando un enfoque cohesivo para lograr los ODS a nivel local.
Además, el secretariado fomentará la adopción de soluciones y políticas innovadoras que aborden los desafíos locales y contribuyan a los objetivos globales de sostenibilidad.
Muy a menudo los ciudadanos tienen la sensación de que los procesos internos de una organización global son demasiado lentos para impulsar sus propias propuestas. ¿Qué autocrítica se puede hacer en este sentido?
El proceso de cambio puede ser lento y trabajar a nivel global con organizaciones intergubernamentales no suele ser rápido. Lleva tiempo ver el impacto. Sin embargo, soy optimista en cuanto a que el cambio es posible y los procesos globales pueden funcionar. Acabo de mudarme a Kenia, pero ya estoy disfrutando de la sabiduría local. Como decimos en África, «Si quieres ir rápido, ve solo. Si quieres llegar lejos, ve acompañado». Para crear cambios sistémicos duraderos en nuestras ciudades y comunidades, necesitamos trabajar juntos.
En este sentido, contamos con llevar al siguiente nivel nuestra asociación con la SEGIB. Juntos podemos acelerar el impacto positivo en ambos lados del Atlántico.
¿Qué reflexiones deberían extraerse de la próxima Cumbre del Futuro que se celebra entre el 20 y 23 de septiembre?
Las reflexiones deben centrarse en reforzar el compromiso con el desarrollo sostenible y garantizar que los esfuerzos globales se alineen con los últimos objetivos de sostenibilidad. Será fundamental abordar los retos emergentes, como el cambio climático y la desigualdad social, y destacar la necesidad de fortalecer la cooperación internacional y crear nuevas alianzas para abordar problemas globales complejos. La cumbre también debería destacar la importancia de la innovación y la gobernanza inclusiva, asegurando que se escuchen todas las voces y que las soluciones sean equitativas. Además, serán esenciales las estrategias para movilizar recursos y financiación para apoyar futuras iniciativas y sostener los avances.
¿Cuál sería el mensaje que enviaría a los líderes urbanos de parte de los ciudadanos iberoamericanos sobre el futuro de sus ciudades?
Debemos priorizar la planificación urbana, la vivienda, las políticas de suelo equitativas y los proyectos de infraestructura. Al invertir en estas áreas, no solo podemos resolver los desafíos actuales, sino también crear oportunidades para un desarrollo más sostenible y equitativo en el futuro. También debemos reconocer la función social y ecológica del suelo y para lograrlo, necesitamos trabajar juntos.
Además, necesitamos formar coaliciones y promover la colaboración multilateral. Trabajemos juntos, entre todos los interesados y todos los niveles de gobierno para lograr un cambio sistémico y afectar positivamente la vida de las personas.
El papel de la SEGIB como organización de cooperación es crucial. Su experiencia en la estructuración de acciones y la comprensión de los contextos regionales puede mejorar los esfuerzos para alinear e implementar políticas urbanas de manera efectiva y desarrollar un intercambio y una conversación más fructíferos entre América Latina y la Península Ibérica. Su apoyo a la coordinación de iniciativas y el fomento de la cooperación interregional es fundamental para impulsar un cambio y lograr un impacto duradero en las ciudades.