Otilia Lux: “Voluntad política y recursos para la igualdad de las mujeres indígenas”

La lucha pacífica de Otilia Lux por los derechos de las mujeres indígenas ha llevado su voz muy lejos. En entrevista con el Portal Somos Iberoamérica, la activista maya ki’ché, exministra y excomisionada de la verdad de Guatemala cuenta las vivencias que marcaron su camino.

Otilia Lux: “Voluntad política y recursos para la igualdad de las mujeres indígenas”

Ante el odio y la discriminación se puede optar por devolver el golpe o luchar pacíficamente para demostrar con hechos y propuestas que la injusticia no tiene la última palabra. Otilia Lux de Cotí, mujer maya K’iché, escogió el segundo camino, el de “tejer la paz” en su natal Guatemala, el de luchar por los derechos humanos y el de convertir la adversidad de su propia historia en una inspiración para abrir nuevos caminos para las mujeres indígenas.

Madre de tres y abuela de otros tres, Otilia Lux es también una de las referentes más importantes de América Latina en derechos humanos y en particular en la lucha por la igualdad de las mujeres indígenas. Su voz ha llegado muy lejos, no porque grite, sino porque su sabiduría convence, sus palabras interpelan y su vida refleja sus ideales.

Esta activista, educadora, exministra y ex comisionada de la verdad y reconciliación en el proceso de paz de Guatemala desnuda su propia historia personal en entrevista con el Portal Somos Iberoamérica.  Su testimonio muestra cómo haber vivido en primera persona la injusticia y el racismo movieron su consciencia hacia una lucha que sigue dando frutos.

¿Qué vivencias personales te llevaron a defender los derechos de las mujeres indígenas?

Yo crecí en una sociedad donde a las mujeres y niñas indígenas se nos discriminaba mucho. En primera persona pude sentir el odio por lo que éramos, por cómo vestíamos, por no tener los recursos económicos.  En la escuela secundaria, no toleraban nuestros trajes tradicionales y había una discriminación que se expresaba en términos muy racistas y de insultos. Era algo que sufríamos las mujeres indígenas, pero también las mestizas y las mujeres rurales en general.

Mi mamá Victoria y mi abuela Porfiria me enseñaron a no quedarme callada ante las injusticias. Ellas eran “canelas finas”, como decimos en Guatemala, mujeres de mucho carácter, con una sabiduría sencilla y una espiritualidad profunda.

No toleraban nuestros trajes tradicionales en la escuela y pude sentir el odio por ser indígena y mujer

¿Cuál fue tu respuesta a esta discriminación que viviste en tu niñez y adolescencia?

“Gracias a las energías sagradas que tenemos los pueblos indígenas y a las enseñanzas de mi mamá y mi abuela, tomé la decisión de responder de forma distinta. Decidí que no devolvería los insultos, las ofensas. No gritaría ni sería agresiva. Mi respuesta sería estudiar con todas mis fuerzas para ser abanderada de esta escuela y demostrar que las mujeres indígenas podemos llegar lejos y que no valemos menos por ser indígenas.”

¿Cómo pudiste llegar tan lejos teniendo tanto en contra?

“Desde muy joven nos dimos cuenta de que las mujeres indígenas teníamos que formarnos, aumentar nuestra capacitación y fomentar el liderazgo. Con apenas 16 años y estando en la secundaria empezamos a organizarnos y nos unimos a líderes indígenas comunitarios para impulsar propuestas concretas y así enfrentar las diferentes discriminaciones que estábamos viviendo.  Casi sin darnos cuenta ya teníamos una plataforma organizada en mi departamento de Santa Cruz del Quiché, que después trascendió a nivel nacional.”

A finales de la década de los 90, Otilia se vinculó a líderes indígenas como Rigoberta Menchú, Rosalina Tuyuc, Julia Zum, Marta Juana López, así como otras mujeres mayas. Así crearon en 1997, junto a otras nueve mujeres, la Asociación Política de Mujeres Mayas Moloj, con una clara vocación de participación política.

Entre 2000 y 2004, esta educadora maya fue ministra de Cultura y Deportes. Del 2008 al 2012, diputada al Congreso por el partido WINAQ. En el 2006 recibió el premio Bartolomé de las Casas por su destacada trayectoria en el ámbito de los derechos individuales y colectivos de los Pueblos Indígenas y por su valiente trabajo en la Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH) sobre la violación de los derechos humanos durante el Conflicto Armado Interno en Guatemala.

Otilia demostró a quienes la discriminaban en su adolescencia cuán lejos podía llegar a través de la educación. Pero ¿pueden decir lo mismo todas las mujeres indígenas de América Latina?

Hoy en día, ¿Cuál es la situación de mujeres indígenas en nuestra región?

“Se han dado avances importantes, pero la discriminación hacia las mujeres indígenas se sigue observando en políticas públicas y en presupuestos nacionales y locales, aún dominados por intereses particulares. Las organizaciones de mujeres tienen que luchar mucho para que les aprueben sus proyectos, aunque técnicamente estén bien presentados.”

La discriminación hacia las mujeres indígenas se expresa en las políticas públicas y en la falta de presupuestos

 

Entonces, ¿Cuáles son los avances?

“Pese a que ha sido una lucha difícil, veo avances en la participación de mujeres en la administración pública. Aunque todavía no hay suficientes mujeres indígenas en posiciones de liderazgo, poco a poco estamos viendo una mayor representación política de las mujeres en general. Por ejemplo, Costa Rica tuvo una vicepresidenta afrodescendiente y ahora también la tiene Colombia con Francia Márquez. Esto abre la puerta a que también mujeres indígenas puedan dar el salto a la administración pública y un día aspirar a ser presidentas.”

¿Qué falta para dar ese salto a los puestos de decisión?

“Es una cuestión de voluntad política de los gobiernos. Los derechos de las mujeres se promueven con ejemplos, con leyes nacionales e internacionales, pero también impulsando un liderazgo a través de la capacitación y el fortalecimiento de las capacidades. Hay que formar a las mujeres y fomentar una mayor participación en espacios de decisión a nivel local, nacional, regional y global, que es donde hay posibilidad de tomar decisiones y generar cambios.

¿Estamos hoy más cerca de cumplir el ODS 5 para las mujeres indígenas?

El ODS 5 sobre igualdad de género es un objetivo general, que tanto las Naciones Unidas como las instituciones tendrían que aterrizar a la realidad concreta de los grupos en situación de mayor desigualdad. Los indicadores de mayor rezago se encuentran en las mujeres indígenas de las zonas rurales, mujeres afrodescendientes, mujeres con discapacidad y mujeres discriminadas por su orientación sexual.

¿Cómo “aterrizar” el ODS 5 a la realidad específica de las mujeres indígenas?

Estamos impulsando en el Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW), una iniciativa que llevaremos en octubre de 2022, respecto a los derechos colectivos de las mujeres indígenas vinculados a la tierra y a los recursos naturales, algo que origina muchas de las diferentes formas de violencias contra nuestros pueblos y contra las mujeres. También estamos llevando recomendaciones sobre salud, educación intercultural y acceso a la justicia, por lo que estamos visibilizando la situación específica de las mujeres indígenas ante Naciones Unidas para propiciar los cambios.

Hay que “aterrizar” el ODS 5 sobre igualdad de género a la realidad concreta de las mujeres indígenas

¿Cómo se están organizando las mujeres indígenas para luchar por sus derechos?

En la región iberoamericana, las mujeres indígenas están trabajando de forma organizada y articulada a través del Programa Emblemático de Mujeres Indígenas de América Latina y el Caribe (MILAC), que forma parte del Fondo Indígena (FILAC).  Allí participan organizaciones, coordinadoras y enlaces de toda la región, como el Enlace Continental de Mujeres Indígenas (ECMIA), la Alianza de Mujeres Indígenas de Centroamérica y México (AMICAM), la Coordinadora Andina de Organizaciones Indígenas (CAOI), la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC) y la Red de Mujeres Indígenas por la Biodiversidad, por mencionar algunas. A nivel global, está el Foro Internacional de Mujeres Indígenas (FIMI) que aglutina a las organizaciones de todos los continentes.

Las mujeres indígenas están bien organizadas, pero los derechos siguen sin cumplirse. ¿Por qué?

No solamente los derechos de las mujeres indígenas no se cumplen; tampoco los de las afrodescendientes, mestizas, las que viven en áreas rurales, las que tienen discapacidad. Es que no se están cumpliendo los derechos de las mujeres en general, porque una cosa es lo que se acuerda en el papel, donde se han dado algunos avances en términos de leyes, y otra muy diferente es la implementación real. Falta más voluntad política y más recursos a nivel de los gobiernos. Esa voluntad política que falta tenemos que ganarla abriendo más espacios de diálogo a diferentes niveles: local, regional y global. Es algo en lo que el FILAC está trabajando muy intensamente con los gobiernos iberoamericanos.

Se dice que la recuperación de la crisis COVID debe conducirnos a un tiempo mejor. ¿Qué lecciones deja la pandemia?

La pandemia nos enseña que debemos respetar a la madre tierra. Los pueblos indígenas estamos diciendo no a la minería, no a una economía extractivista, no al despojo de las tierras. Pedimos que se tomen en cuenta nuestros conocimientos tradicionales, que se escuche nuestra sabiduría ancestral y no nos criminalicen y asesinen por defender la tierra. Nosotros proponemos un desarrollo con identidad que se traduzca en políticas públicas para una economía más sostenible, una salud diferente y para preservar nuestro planeta y todas las formas de vida.

Esa esperanza de un tiempo mejor después de la pandemia se complica con la guerra en el Este de Europa. Faltan más “tejedoras de paz” como Otilia que, habiendo vivido los horrores de la guerra civil en Guatemala, optó por una reconciliación a partir de la memoria de lo sucedido. Entre 1997 y 1999 como parte de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH) escuchó el dolor de las víctimas y nació en ella el compromiso de trabajar para que aquellos sucesos nunca más volvieran a repetirse. Por eso no podíamos terminar la conversación sin hablar de paz.

¿Qué significa la paz para ti?

“La paz es la armonía entre las personas y entre los elementos de la vida. Significa vivir con justicia, igualdad de derechos y con la consciencia de que como seres humanos no podemos odiarnos ni destruirnos. Hoy en día la paz está amenazada, no solo por las guerras, sino por el hambre, el narcotráfico, las desigualdades y la falta de oportunidades. Por eso el desafío de hoy es construir la paz con la consciencia de sentirnos hermanados por ser parte de un mismo planeta.  La paz no se logra, se construye”.

En una conversación en la que el tiempo parecía detenerse, pedimos a Otilia Lux resumir en un minuto su consejo para las y los jóvenes indígenas de hoy. Después de su inspirador testimonio, este es su mensaje.