Andrea repasa los mejores momentos de su vida, a medida que recorre kilómetros y kilómetros en la caravana con destino al sueño americano. Esta joven de 16 años descubre que gran parte de sus momentos felices los vivió en las aulas. “Lo más difícil fue dejar la escuela y a mis amigos, porque solo me faltan dos años para acabar la secundaria. Pero aquí no hay nada para nosotros”, confiesa con nostalgia por lo que deja atrás.
Edwin de 22 años hace el camino de vuelta, porque su sueño americano se convirtió en pesadilla. Vivió en la calle por muchos meses, pasó mucho frío, trabajó de lo que pudo y tuvo que aprender sobre la marcha. Un día de desesperación, retornó a Huehuetenango harto de vivir con miedo a la deportación. “Mejor me voy antes de que me echen”, comentaba.
Aunque su sueño americano no se cumplió, todavía le queda el sueño guatemalteco, el mayor de todos, el que tenía desde niño: ser electricista para iluminar con energía solar las casas de su natal San Lorenzo.
Las historias de Edwin y Andrea (nombres ficticios) tienen rasgos comunes: pobreza, falta de oportunidades, migración y sueños que aún pueden hacerse realidad. Son historias que se repiten una y otra vez en las vidas de migrantes guatemaltecos, muchos de los cuales provienen de zonas rurales. Deciden migrar para escapar de la difícil situación de su país, pero esa huida también significa abandonar la escuela. Allí donde van, muchas veces no logran estudiar o sus estudios previos no sirven para mucho.
Educación para la inserción laboral
Terminar la secundaria y la universidad y tener un trabajo digno no deberían ser sueños inalcanzables porque son derechos humanos básicos que una educación de calidad y la formación profesional pueden ayudar a cumplir, explica Liliana González, técnica de la agencia de cooperación alemana GIZ y coordinadora del proyecto “Apoyo a la educación e inserción laboral de jóvenes, adultos y migrantes guatemaltecos (CEDUC).
Este proyecto es una alianza de cooperación triangular, protagonizada por Alemania, México y Guatemala que se unen para mejorar la cobertura y la calidad del sistema educativo guatemalteco. Su objetivo: impulsar la formación técnico-profesional y de capacidades de emprendimiento de jóvenes y adultos de educación media superior.
Materiales educativos, tanto en formato físico como digital, formación de docentes y técnicos especializados y una estrategia de inclusión educativa adaptada a la realidad de quienes tienen que migrar son los tres componentes de este proyecto, que arrancó en junio de 2020.
El objetivo es que jóvenes como Andrea, que tuvo que abandonar su educación al marcharse de Santa Cruz del Quiché, puedan terminar sus estudios en el sistema escolar de Guatemala, aunque no estén presencialmente en el país. Con esto se busca frenar la deserción escolar causada por la migración.
CEDUC también quiere dar respuesta a las esperanzas de jóvenes adultos como Edwin, que después de migrar, vuelven a su país y necesitan una formación técnica que amplíe sus posibilidades de trabajo o emprendimiento. Asimismo, se busca que quienes trabajaron o estudiaron en el exterior puedan certificar las habilidades adquiridas en su experiencia migratoria.
La alianza entre Alemania, México y Guatemala busca fortalecer el sistema educativo guatemalteco para mejorar las oportunidades laborales de la población migrante y de quienes retornan al país
“Se trata del primer proyecto triangular en educación que incluye una estrategia para personas migrantes, tanto de origen como de retorno. Además, abre la posibilidad al intercambio de experiencias con diferentes instituciones educativas y de formación profesional de México y Guatemala”, explican desde la agencia de cooperación alemana GIZ.
Alianzas: la fuerza de trabajar juntos
En el desarrollo de este proyecto, México ha compartido con Guatemala su experiencia y saber hacer en educación formal, formación técnico-profesional, certificación de habilidades, reconocimiento de estudios, educación para adultos y oferta educativa específica para migrantes, en una experiencia donde todos ganan.
“El trabajo conjunto nos permite sumar esfuerzos y aprender de las experiencias exitosas y buenas prácticas para tomar lo mejor que hace México y adaptarlo a Guatemala”, asegura María Alejandra González, directora general de gestión de la calidad educativa del Ministerio de Educación de Guatemala (MINEDUC).
“México enfrenta desafíos similares en materia de migración y necesidades educativas, a la vez que acumula una experiencia valiosa que puede transferir a Guatemala y a la región centroamericana en su conjunto”, explica Liliana González, quien asegura que los desafíos educativos y de atención a la población migrante son comunes a todos los países centroamericanos y por tanto, deben afrontarse con una perspectiva regional.
“Lo que ahora estamos haciendo en Guatemala también será útil para toda la región”
Además, en el desarrollo de este proyecto se ha logrado sentar en una misma mesa a ministerios de educación de El Salvador, Honduras, Guatemala y México, junto con organismos multilaterales como UNICEF para intercambiar experiencias y buenas prácticas en inclusión educativa de la población migrante. Es precisamente una seña de identidad de la cooperación triangular: generar alianzas y ampliar las posibilidades de acción, “porque todos aprendemos de nuestras contrapartes y nadie está por encima del otro”.
Juventud y educación una apuesta de futuro
El proyecto CEDUC se sustenta en la convicción de que educación de calidad es la mejor inversión que puede hacer un país porque ayuda a disminuir las desigualdades y ofrece mayores oportunidades para que niñas y jóvenes sean económicamente autosuficientes, asegura Liliana González. “Una migración segura, ordenada y regular trae beneficios no solo a las comunidades de origen, sino también a las de acogida”, remarca.
Mejorar calidad educativa y formación profesional amplía las oportunidades de la población migrante
“En el medio-largo plazo, una educación enfocada a las necesidades de jóvenes y adultos les ayudará a mejorar sus condiciones de vida y contribuir al desarrollo de sus comunidades”, opina Lucrecia Alegría, directora general de Educación extraescolar de Guatemala.
Aunque esta experiencia de cooperación triangular contribuye directamente al cumplimiento del ODS 4 (educación de calidad) y el ODS 10 (reducción de desigualdades) tiene impactos indirectos sobre otros objetivos como la igualdad de género (ODS5) y la erradicación de la pobreza (ODS 1). Es un ejemplo de cómo la cooperación triangular contribuye al cumplimiento de la Agenda 2030, apuntan desde el Área de Cooperación Sur-Sur de la SEGIB.