En los últimos cincuenta años, el trasplante de células, tejidos y órganos humanos se ha convertido
en una práctica mundial que ha alargado la duración y mejorado la calidad de cientos de miles de vidas.
Así lo señala la Organización Mundial de la Salud (OMS) que, según datos de 2015, indica que en América Latina se realizaron 15.431 trasplantes en ese año. Con una tasa superior a la media mundial (25,6 frente al 20,6 ), la región empieza a ser un ejemplo de proyectos de CSS para garantizar una vida sana y promover el bienestar.
En este campo destacan especialmente Uruguay y Argentina. Esta última ha desarrollado iniciativas con Costa Rica, en asistencia para el aumento de su tasa de donaciones, la mejora de acceso a servicios de calidad, la formación de sus recursos humanos y la aplicación de aspectos éticos legales.
También con Perú, en la asesoría de la constitución de un banco de sangre de cordón umbilical, de un laboratorio de histocompatibilidad y de un registro de donantes de médula ósea no emparentados, y Ecuador, con quien Argentina, desde 2011, ha colaborado en el ámbito la capacitación a profesionales del sistema hospitalario y, a partir de 2016 en el área de comunicación para la salud y promoción de la donación y trasplantes.
En Ecuador, desde 2010 a 2015, 1.926 personas recibieron un trasplante. Un año después, en octubre de 2016, se habían realizado con éxito 545 trasplantes, el 116 % más que en el mismo periodo de 2015.
Por su parte, Uruguay, a través del Instituto Uruguayo de Donación y Trasplantes de Células, Tejidos y Órganos (INDT), desde 2009 ha llevado a cabo distintas iniciativas con Chile, Venezuela, Bolivia, Colombia y Brasil. En el caso de Chile, Uruguay contribuyó a fortalecer el sistema de trasplantes chileno, compartiendo su experiencia en lo relativo a la creación de un registro nacional de donantes y de una comisión reguladora de trasplantes.
Argentina y Uruguay no solo intercambiaron sus experiencias en trasplantes con otros países de la región, sino que también lo hicieron entre ellos. En este caso, la cooperación bilateral ha estado dirigida a atender criterios de reciprocidad en materia asistencial; entre otros, el acceso al trasplante en situaciones de emergencia, el control de donantes vivos, el ingreso a lista de espera o la coordinación en programas con componentes binacionales.
Hay muchos más ejemplos en los países que evidencian la importancia de la Cooperación Sur Sur en esta materia. Así lo suscribe la directora del INDT: «Nadie puede pensar en un sistema de donación y trasplantes a fronteras cerradas». Por eso, la CSS es también un instrumento de desarrollo sostenible que salva vidas.
*Extracto de historias publicadas en el Libro de SEGIB “Una Década de Cooperación Sur-Sur en Iberoamérica”