Uruguay es uno de los países con mejor conectividad de América Latina y el primero de la región en formar parte del grupo Digital Nations la red intergubernamental que agrupa las naciones digitalmente más avanzadas del mundo. Este país de 3,4 millones de personas, que durante ocho años ha liderado el Índice de Desarrollo de las TIC de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UTI), está apostando fuertemente por afianzar la “ciudadanía digital”.
Para ello, se busca extender un uso responsable, reflexivo y crítico de la tecnología para que la población conozca sus derechos y deberes en una sociedad cada vez más digitalizada y en un país donde 9 de cada 10 hogares cuenta con una conexión a Internet.
En un entorno virtual, en el que muchas veces se desdibuja la línea entre lo legítimo y lo ético, y donde la libertad de alguien puede afectar directamente el derecho de otro, ¿cómo ejercer una ciudadanía digital responsable?
Esta responsabilidad ciudadana en el mundo virtual se relaciona con la forma en que nos comportamos en la Red y las prácticas de uso y convivencia que impactan sobre nuestra vida y la de otras personas, así como una consciencia de nuestros derechos y obligaciones, explica Magdalena Seijo, gerente del Área de Ciudadanía Digital de la Agencia de Gobierno Electrónico y Sociedad de la Información y del Conocimiento (AGESIC).
El de ciudadanía digital es “un concepto en constante construcción”, explica Seijo, y también se vincula a las prácticas y derechos que realizamos tanto en el entorno analógico como virtual como informarnos, aprender, opinar, participar, comunicarnos, relacionarnos o construir una identidad digital. La ciudadanía digital es clave para la convivencia y un desarrollo peno de nuestras sociedades y es parte del ejercicio de ciudadanía en toda su dimensión.
La ciudadanía digital tiene que ver con la forma como nos compartamos digitalmente, las prácticas de uso y convivencia y los derechos que ejercemos en el entorno virtual
En una sociedad hiperconectada y sobreexpuesta a la información, ciudadanía digital también implica asumir de forma crítica la información que se consume, así como comprender más ampliamente el impacto socioeconómico de la tecnología, la importancia del respeto de las leyes y el conocimiento, movilización y defensa de nuestros propios derechos en el entorno virtual.
“Las personas nos desenvolvemos, vivimos y modificamos el mundo que nos rodea tanto en los espacios físicos como digitales. Hoy, estos dos espacios se entremezclan permanentemente. ¿Cómo se configura la ciudadanía cuando se trata de entornos digitales? ¿Hay una ética posible? ¿Existen riesgos asociados? ¿Qué oportunidades se generan?” Estas son algunas cuestiones que debemos explorar cuando hablamos de ciudadanía digital, se cuestiona la funcionaria de un país que ha hecho de la digitalización una seña de identidad.
Una construcción colectiva
Tan prioritaria es esta cuestión que la AGESIC, una agencia autónoma, adscrita a la Presidencia de Uruguay, presentó la Estrategia de Ciudanía Digital para una Sociedad de la Información y el Conocimiento con base en las conclusiones de un grupo de trabajo interdisciplinar con participación de diferentes ministerios, universidades, centros de pensamiento, empresas, agentes sociales y organismos internacionales para cocrear y diseñar estrategias y acciones de política pública.
¿Por qué una construcción colectiva y abierta? Desde AGESIC explican que construir ciudadanía en el entorno virtual debe ser “un esfuerzo conjunto de un ecosistema que incluye al Estado, la academia, las empresas, la sociedad civil organizada, así como a cada uno de los que formamos parte de la sociedad desde los distintos roles que ocupamos”.
Pero ¿sobre qué áreas se construirán esas políticas públicas para esta ambiciosa agenda de ciudadanía digital en Uruguay? La estrategia, presentada en septiembre de 2020, destaca cinco áreas transversales: inclusión digital, capital cultural, cultura democrática, participación y derechos humanos.
La Estrategia de Ciudadanía Digital aborda la inclusión digital, el capital cultural, la cultura democrática, la participación y los derechos humanos
La primera condición para ejercer la ciudadanía digital es el acceso universal a Internet, acompañado de una conectividad de calidad, dispositivos adecuados y competencias digitales. Pero una vez superada la brecha de conectividad, la ciudadanía digital también implica la posibilidad de acceder a diferentes formas culturales, reconocer la diversidad cultural, el contacto con distintos puntos de vista y opiniones, así como contar con espacios y canales digitales para intervenir en las decisiones que afectan la vida cotidiana de las personas, especialmente en los asuntos públicos.
El último eje de trabajo de esta estrategia, aunque no por ello menos importante, es el respeto a los derechos humanos en áreas como migración, equidad de género, discapacidad, educación, partiendo de la base que las brechas y disparidades socioeconómicas se reproducen y reflejan en el entorno digital.
Los ejes de acción de la estrategia uruguaya de ciudadanía digital tienen una muy fuerte perspectiva de derechos humanos, porque según explica la representante de AGESIC, “ejercer ciudadanía en entornos digitales está vinculado al goce de ciertos derechos fundamentales, que se transforman en obligación para los Estados”.
Usos y competencias digitales
Tan importante como saber utilizar y aprovechar la tecnología en nuestro día a día es cómo la aprovechamos para mejorar nuestra calidad de vida, potenciar oportunidades, generar espacios de convivencia y ejercer nuestros derechos con responsabilidad.
La Estrategia de Ciudadanía Digital de Uruguay establece tres dimensiones de utilización de las TIC que son interdependientes entre sí: “Uso responsable y seguro”, “Uso crítico y reflexivo” y “Uso creativo y participativo”. Van más allá de simplemente tener los conocimientos tecnológicos, para adentrarse en las actitudes y la forma de estar en Internet.
Un uso reflexivo implica la capacidad de comprender y evaluar críticamente las tecnologías y la información que se le presenta, cuestionar los contenidos, entender cómo funcionan los algoritmos, tener consciencia del ecosistema digital o entender el valor de nuestros datos personales vinculados a determinadas aplicaciones tecnológicas.
La ciudadanía digital va más allá de saber usar herramientas digitales, sino el cómo y para qué las usamos. Se promueve un uso responsable, seguro, crítico, reflexivo, creativo y participativo
Cuando las personas adquieren esa consciencia crítica, se espera que el uso de la tecnología sea responsable y seguro. Esta dimensión de uso pasa por un comportamiento ético y empático, una capacidad de autorregulación (decidir el tiempo de conexión y cómo, cuándo, cuánto y para qué se utiliza), el conocimiento y el ejercicio de derechos digitales, tener consciencia del alcance y de nuestra huella digital y la de los demás, el manejo de la privacidad y los riesgos asociados al manejo de Internet explica el documento que plasma la estrategia.
Por otra parte, un uso creativo y participativo también se vincula a las habilidades de desarrollar contenidos digitales de valor respetando los derechos de autor y licencias abiertas, la capacidad de socialización y comunicación positiva, así como poder utilizar herramientas y procesos para desarrollar innovación. Estas dimensiones de uso están vinculadas a cómo la tecnología puede ser una herramienta para una sociedad digital crítica, propositiva e innovadora.
Informar y concienciar
La Estrategia de Ciudadanía Digital ya está en marcha con acciones segmentadas por tipo de público que tienen intereses y usos particulares de la tecnología. El objetivo es concienciar e informar sobre las oportunidades y riesgos del uso de herramientas tecnológicas a partir su propia realidad.
Para ello, la AGESIC ha lanzado tres campañas de comunicación y sensibilización: Campaña Jóvenes y Ciudadanía Digital, Personas mayores y Construyendo Ciudadanía Digital relata Magdalena Seijo. Además, ya está al aire la primera temporada de un ciclo de podcast bautizado “Ciudadanía Digital en Movimiento”, una serie de cinco episodios de entre 15 y 25 minutos que amplían sobre el concepto de ciudadanía digital y su importancia en el momento actual, cómo se relaciona la ciudadanía digital con las brechas digitales o las habilidades que se necesitan para avanzar hacia una ciudadanía cívica en entornos digitales.
Asimismo, en una sociedad como la uruguaya, con altos niveles de penetración tecnológica, también resulta clave poner sobre la mesa las implicaciones de tecnologías disruptivas como la Inteligencia Artificial (IA) y sus implicaciones en cuanto a uso de datos personales, transparencia, seguridad y sesgos. Por ello, avanza Seijo, en abril de 2023 se lanzarán siete piezas audiovisuales sobre los Impactos de la Inteligencia Artificial que explicarán sobre cómo se obtienen, administran y utilizan nuestros datos para el desarrollo de herramientas de IA y los posibles impactos que esta tecnología puede tener sobre nuestras vidas.
Todos los contenidos del área de Ciudadanía Digital están publicados en una web temática dentro de la web oficial del Gobierno de Uruguay, con información sobre derechos digitales, recomendaciones para ejercerlos o dónde acudir si dichos derechos son vulnerados. También se encuentran cursos gratuitos sobre uso responsable, seguro, participativo y reflexivo de Internet, así como juegos, trivias y otros contenidos educativos.
El énfasis en los derechos y deberes virtuales es parte de una política de Estado que ha dado prioridad a la digitalización en toda sus dimensiones y que se refleja en las sucesivas Agendas Digitales que Uruguay implementado desde el 2008. Desde la AGESIC plantean que todas las acciones de ciudadanía digital son el punto de partida de “un proceso que se debe monitorear y repensar continuamente para asegurar una transformación digital con equidad.”
A partir de su enfoque de ciudadanía digital, no es de extrañar el compromiso de Uruguay con la aprobación de una Carta Iberoamericana de Principios y Derechos Digitales en la próxima Cumbre Iberoamericana.
En este sentido, la gerente de Ciudadanía Digital valora esta carta como “muy relevante y necesaria” y reconoce que “desde las políticas públicas tenemos un arduo trabajo para reducir las brechas y desigualdades digitales, que implica acceso de calidad y oportunidades, que van más allá de habilidades instrumentales, sino aquellas que permiten un vínculo crítico con el entorno digital”.