Iberoamérica construye futuro, a 30 años de su primera Cumbre

Iberoamérica avanza hacia un nuevo año y un nuevo tiempo, preparando el camino hacia una recuperación con transformación. Tres décadas de diálogo, consenso y cooperación cobran un nuevo sentido en un momento en que la historia exige estar a la altura.

Iberoamérica construye futuro, a 30 años de su primera Cumbre

“Todos juntos podemos”.  El lema de la primera Cumbre Iberoamericana de Guadalajara, México bien podría aplicarse tres décadas después en un momento en que, tal y como sucedía en 1991, la región se ponía en camino para salir de una gran crisis.

Entonces como hoy, América Latina se enfrentaba al desafío de la reconstrucción, la recuperación económica y todavía más importante, la recuperación de la esperanza. Debíamos salir de la “década perdida” en lo económico y consolidar un nuevo momento político.  En Centroamérica se alcanzaban los acuerdos de paz que ponían fin a sangrientas guerras civiles y los autoritarismos de las décadas pasadas daban paso a un nuevo escenario democrático.

Con ese “espíritu del 91”, en un ambiente de camaradería y familiaridad que trascendía los colores políticos, los líderes iberoamericanos se reunieron por primera vez bajo un mismo techo y con un mismo propósito: “empezar de nuevo para empezar mejor”.  Tal y como sucede hoy, la política debía estar a la altura de la historia.

“Todos juntos podemos”. ¿Qué significa al comenzar un nuevo año 2022? El lema de la primera Cumbre representa precisamente el valor de la Comunidad Iberoamericana hoy: un espacio de diálogo, consenso, multilateralismo útil, cooperación y grandes pactos, que deben permitir una recuperación transformadora que esperan 670 millones de personas en nuestra región.

Grandes pactos. Esa ha sido la seña de identidad de la Comunidad Iberoamericana a lo largo de estos 30 años y ha quedado demostrada hace apenas unas semanas con la elección por consenso del próximo secretario general Iberoamericano, Andrés Allamand y la aprobación de la propuesta de Ecuador de acoger la XXIX Cumbre Iberoamericana en 2024.  Dos decisiones que nos hablan de una capacidad y voluntad de acuerdo, más allá de la diversidad ideológica. Una capacidad de acuerdo que se refleja de forma más evidente en los resultados de la cooperación iberoamericana y en la colaboración de redes de la sociedad civil y diferentes actores que van más allá de los gobiernos.

Voluntad de diálogo, consensos, grandes pactos valen tanto la pena hoy como lo han hecho a lo largo de 30 años. Son semillas para la recuperación con transformación que necesita Iberoamérica en 2022.

Por eso, este último número del 2021 y el primero del nuevo año 2022 queremos dar voz a esa Iberoamérica, a veces silenciosa, que representa una energía y un potencial transformador desde la cultura, la academia, la sociedad civil, desde los pueblos originarios, afrodescendientes, mujeres y también desde las instituciones. Hablaremos de cultura como lazo de unión entre nuestros pueblos, pero también de cohesión social, cooperación iberoamericana y una identidad común que nos hermana desde la música.

También comparten su visión sobre la “Iberoamérica que queremos” los máximos responsables de la política exterior de República Dominicana, sede de la próxima Cumbre Iberoamericana, España, uno de los países que impulsan con gran convicción este espacio iberoamericano y Ecuador que ha ofrecido ser sede de la cita presidencial de 2024.

¿Para qué sirven las Cumbres?

Muchas veces se escucha la pregunta ¿para qué sirven las Cumbres?  Gracias a las Cumbres Iberoamericanas existen hoy 30 programas, iniciativas y proyectos de cooperación en áreas clave como cultura, educación, ciencia, tecnología, género e innovación, que están transformando la vida de artistas, artesanos, cineastas, jóvenes en riesgo de exclusión, personas con discapacidad. Una cooperación que llega a los grupos que más sufren la desigualdad como indígenas, afrodescendientes y mujeres.

Una cooperación iberoamericana renovada, que sintoniza con los nuevos desafíos y que alinea con la Agenda 2030 es también un elemento vertebrador de la Comunidad Iberoamericana, algo que une a nuestros países en torno a desafíos comunes más allá de los colores políticos.

La cooperación iberoamericana es hoy un lazo de unión entre nuestros países y trasciende la diversidad de ideología y posiciones políticas

Voluntad de diálogo, consensos, grandes pactos valen la pena hoy como lo han valido la pena a lo largo de estos 30 años, en los que han germinado acuerdos concretos, prácticos y con impacto en las personas como el Convenio Multilateral Iberoamericano de Seguridad Social que ya cumple una década, el acuerdo de Medellín sobre cooperación jurídica, el Fondo Indígena (hoy FILAC), el convenio para la circulación del talento, por mencionar algunos.

Para todo esto y más han servido las Cumbres Iberoamericanas. Durante tres décadas esta comunidad de 22 países se ha consolidado como un espacio en el que cabemos todos y que con voluntad política y de diálogo ha sido la semilla de grandes cambios en la región.  Unas transformaciones que se necesitamos urgentemente en este nuevo momento.

¿Tiene sentido Iberoamérica hoy?

Esta es otra pregunta que se escucha con cierta frecuencia. Y la respuesta es muy sencilla: Iberoamérica tiene sentido hoy porque aún queda mucho por hacer. Tiene sentido porque hay desafíos comunes que solo se pueden enfrentar juntos.

Tiene sentido hoy porque el 2022 puede ser el año de la recuperación… o tendríamos que trabajar para que así lo sea, con una respuesta iberoamericana que no tenga más color político que el de las personas y sus necesidades. Iberoamérica tiene sentido si hablamos con una sola voz a nivel internacional para lograr condiciones de financiamiento que apoyen esa recuperación justa y transformadora.

La Comunidad Iberoamericana tiene sentido porque enfrentamos el desafío de la lucha contra la desigualdad y fortalecer los sistemas de protección social. Iberoamérica; tiene sentido, porque quedan solo 8 años para cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible y esta crisis COVID-19 hace todavía más necesario retomar esta hoja de ruta común que se ha diluido con la urgencia de la pandemia.

Iberoamérica tiene sentido hoy porque este 2022 que inicia puede ser el año de la recuperación, si trabajamos para que así lo sea.

Este espacio tiene sentido porque debemos seguir avanzando hacia la plena igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, cambiando aquellas leyes que limitan el potencial económico de las mujeres. Tiene sentido porque demasiadas mujeres aún sufren violencia por el hecho de ser mujeres.

Iberoamérica tiene sentido porque enfrentamos una crisis medioambiental sin precedentes y es precisamente nuestra región una de las que más sufren los efectos del cambio climático y la pérdida de biodiversidad. Necesitamos políticas comunes para enfrentar este desafío que no puede esperar.

Esta Comunidad de países tiene sentido en un momento en que se hace tan necesario reforzar las relaciones entre América Latina y la Unión Europea porque en este mundo globalizado y demasiado dividido, caminar solos no es buena estrategia.  España y Portugal pueden ser un puente que une intereses y afinidades a ambos lados del Atlántico.

Y así podríamos escribir ríos de tinta con la lista de desafíos pendientes y prioritarios. Y es por eso que ese “espíritu del 91” y el lema de la primera Cumbre cobran un nuevo sentido 30 años después.

Todos juntos podemos” es una idea que hoy trasciende lo gubernamental, porque vivimos en una Iberoamérica donde conviven diferentes sensibilidades políticas, como acentos y razas tiene nuestra región. “Todos juntos podemos” ya no es un lema, sino una invitación a construir algo común desde la ciudadanía, la sociedad civil, las comunidades y los países.  Aspiramos a que se convierta también en un propósito para este nuevo año 2022: construir el futuro desde la convicción del gran potencial del “JUNTOS”.