“¡From America, from America!”. Es todo lo que acierta a decir en inglés. Después retira la tela harapienta que cubre la jaula y deja al descubierto un tejón nervioso que apenas cabe en la misma. Misiri, el vendedor, sonríe mientras fuma por encima del animal. “From America” [De América], repite una vez más. Cuesta 50 millones de rupias, casi 3.500 euros, y es el producto estrella de su tienda. Mucho más caro que el mono blanco tití, de Kalimantán, que hace muecas y se agita en la jaula contigua y vale menos de 70 euros. O que las pequeñas ardillas de Papúa. O que las lechuzas, los macacos o las crías de pitón. O que la iguana, también de Kalimantán, que vende por 10 euros. O que los murciélagos de Java, pequeños como ratones alados, o esos más grandes y negros también de Kalimantán, 30 euros cada uno, y que por señas Misiri, mientras escupe ahora el humo hacia los quirópteros, cuenta que se comen para curar el asma.